La prevención, el control y el tratamiento de las ENT están vinculados a condiciones políticas y socioeconómicas que los gobiernos deben comprender en profundidad y tener en cuenta para desarrollar estrategias que surjan de la interacción de los sectores público y privado, y así desempeñar un papel crucial en la mejora de la salud y el bienestar de la población y la protección especial de los grupos vulnerables.
La población mexicana atraviesa una transición nutricional que está recíprocamente ligada a los cambios demográficos y epidemiológicos. Los cambios sociodemográficos se caracterizan por pasar de un modelo de alta fecundidad y mortalidad a otro en el que estos valores se reducen de manera considerable. Los cambios epidemiológicos consiste en transitar de un patrón con prevalencia alta de enfermedades infecciosas asociadas a la malnutrición, las hambrunas periódicas y la mala higiene ambiental a un modelo con mayor prevalencia de ECAN vinculadas a un estilo de vida urbano con más actividades sedentarias y a una dieta alta en grasas saturadas, colesterol, carbohidratos refinados y azúcares simples, y baja en ácidos grasos insaturados y fibra.
La obesidad, la diabetes, la hipertensión y la dislipidemia son las ECAN más prevalentes en la actualidad y conjunto representan el principal problema de salud pública del país. Se estima que ocho de cada diez mexicanos tienen al menos una de estas enfermedades, y la mitad de ellos ignora que las padece.
Las políticas de globalización y la creciente urbanización han contribuido de forma significativa al desarrollo de las ECAN. Vivir en entornos en los que existen barreras para acceder a alimentos saludables y menos oportunidades para la actividad física contribuye a la elevada carga de ECAN.
Desde el impulso de la globalización económica en México en 1983, la forma de comer de los mexicanos ha cambiado, debido a una transición alimentaria que ha afectado los estilos de producción nacional y local de alimentos y bebidas, y también a la falta de regulación del mercado y de la publicidad, así como a las escasas subvenciones concedidas a la agricultura local, lo que ha llevado al empobrecimiento del sector campesino.
Entre las narrativas dominantes se encuentra la idea de que las ECAN son el resultado de “estilos de vida” poco saludables, una visión que traslada la responsabilidad a los individuos y libera a los gobiernos de la carga de considerarlas un reto prioritario.
Un país con una mayor prevalencia de la pobreza es más vulnerable a las ECAN, ya que el aumento de la misma obstaculiza el crecimiento económico y reduce el potencial de desarrollo. Las personas vulnerables y socialmente desfavorecidas tienen mayores tasas de bajo peso al nacer, mayores tasas de desnutrición materna (antes y durante el embarazo), mayor aumento de peso en la edad adulta y mayor probabilidad de desarrollar alguna ECAN. Asimismo, esta población tiene menos acceso al agua potable, menor actividad física, una dieta poco saludable, altas tasas de tabaquismo y consumo de alcohol, menor literacidad en salud, ningún acceso a programas de detección o tratamiento a través de la atención primaria, lo que les predispone a una mayor carga de ECAN.
Otro factor relacionado con las condiciones económicas es que las tecnologías médicas utilizadas para diagnosticar y tratar las ECAN son cada vez más sofisticadas y costosas, lo que supone una fuerte carga financiera para el tratamient. Además del aumento del costo del tratamiento, hay un aumento de los costos para los sistemas de salud, una mayor necesidad de atención social y bienestar, y la carga del absentismo escolar o laboral, la disminución de la productividad y el aumento de la rotación de personal.
Para hacer frente a las ECAN, los gobiernos deben abordar la pobreza y sus complicaciones, promover políticas de desarrollo urbano y comunitario sostenibles, y ofrecer oportunidades integrales que beneficien a todos los sectores, como la inversión en sistemas de agricultura, de transporte activo, y prácticas alimentarias sostenibles.
La elaboración y aplicación de políticas eficaces requiere la colaboración de los sectores de salud públicos y privados, las asociaciones profesionales, los grupos de consumidores, los científicos, la comunidad académica y otras organizaciones no gubernamentales. Para ello es preciso comprender que los factores de riesgo de las ECAN están vinculados a los comportamientos personales, a sectores nacionales como el comercio, el ámbito fiscal, la educación, la agricultura y el desarrollo urbano, y que la producción alimentaria y la industria farmacéutica también están relacionados. Por tanto, la aplicación de soluciones requerirá cambios en la forma de pensar y actuar a nivel individual y social, y se basará en las ideas y la energía de los diversos sectores de la sociedad.